lunes, 28 de diciembre de 2009

La Casa de la Carretera






Mis recuerdos me llevan a aquella Casa familiar, una casa que a veces llenábamos de carreras y voces infantiles, y que la mayor parte de las veces se quedaba en silencio intentando buscar las risas y los llantos del pasado.
Hubo un tiempo en el que la vida llenó cada rincón de la Casa, bullía la energía en su interior... y rebosaba por el aire de aquella entonces humilde ciudad... Las risas de la Casa de la Carretera... Mujeres maduras gobernando, muchachas jóvenes alborotando... cascabeles de alegría entre carencias. Eran bonitas, muchos rondaron la Casa atraídos por sus voces, sus risas y sus talles altaneros. Y ellas reían, reían, y las mujeres maduras reían con ellas.
Pasados los años la Casa quedó como testigo mudo de una vida, de muchas vidas que se fraguaron allí, que pasaron por allí, que acabaron también allí.
Hubo muchas lágrimas por el padre y esposo muerto, por el hijo y hermano muerto... tan joven... A veces aquellas lágrimas vuelven prendidas de los recuerdos...
Hoy. Recuerdo a los que faltan, a los que están en la distancia. Miro a mi madre, a mi padre... Sentados en sus sillones. Cada día es uno más, qué vamos a comer, qué vamos a cenar... ¿vendrán hoy a vernos? No, hoy no han venido, a ver mañana. Y amanece otro día, y allí están ellos de nuevo sentados en sus sillones, viviendo un día más, respirando un dia más.
Y ellos... fueron parte de los que rieron, de los que llenaron de vida la Casa, de los que lloraron en ella. Mi madre fue uno de esos talles altaneros, fue una de aquellas hermosas muchachas a la que muchos intentaban mirar al pasar por la Carretera, tuvo una de esas cristalinas risas que revoloteaban por la puerta hacia la calle.
Como se puede vivir tanto, y quedar tan poco. Sólo recuerdos, algunas fotos viejas y amarillas, y añoranza del tiempo pasado.
Y entonces llegamos los jovenes y no entendemos por qué están los abuelos tristes, por qué están hundidos en sus sillones sin ganas de nada... Van pasando los años y creo que los entiendo, creo que voy comprendiendo lo que significa que la vida vaya pasando, y que las risas del pasado no vuelvan.
Un beso desde el alma para mis queridos padres.