domingo, 23 de enero de 2011

JOSÉ Y PILAR

Esa noche me desperté varias veces y me costaba conciliar el sueño, porque las imágenes se volvían a proyectar ante mis ojos con una tremenda nitidez. José y Pilar, Pilar y José...



Me quedo con las imágenes en la Montaña Blanca, el abrazo profundo y eterno, y el viento ondeando en sus ropas y enredándose en el pelo de Pilar. La mirada cómplice... y el abrazo...



Desde fuera me sentí honrada, privilegiada, por poder entrar en la vida de esta admirable pareja. Pero a la vez sentía una profunda timidez, como si me hubiera colado en su cocina mientras Pilar fregaba los vasos del desayuno, o en el despacho de José mientras se acomodaba para el increible proceso de CREAR. Yo estaba allí, en ese avión, en esa rueda de prensa, vigilando ese suero que se iba consumiendo, y a ratos sentía que nadie me había invitado... o quizá sí.



Si ya mi admiración por José Saramago era grande, después de esta experiencia se ha vuelto infinita. Admiración infinita por su obra, y sobre todo por su persona en toda su integridad. Hombre admirable simplemente por su mirada... Sentado en silencio, pensando, miras sus ojos y ves tanto... como cuando miras el cielo en una noche estrellada, y si te concentras puedes ver que detrás de las estrellas más visibles, hay más, y detrás de aquellas, más, y más... sin fondo.



Hombre admirable cuando habla, con ese acento sedoso, su parsimonia, sus pocas y justas palabras que en cada momento son las que tienen que ser. Y me sorprendo con su increible sentido común... ¿por qué a veces le damos tantas y tantas vueltas a las cosas? A veces son tan sencillas que no somos capaces de verlas. Y Saramago, con pocas palabras podía esclarecer el mayor de los misterios, con esa serenidad, con ese aplomo... "dios, dónde está dios, si nos decían que estaba en el cielo y el cielo no existe, sólo el espacio... "



Raciocinio, sabiduría, sentido común... y algo que hace de él un hombre único: su sentido del humor. Humor que para mí, más ignorante que otra cosa, porque cómo me atrevo yo a hacer semejante valoración, con la cantidad de personas inteligentes que lo han estudiado, repito... humor que para mí raya en la inocencia... humor que los que saben más que yo dicen que es ironía. Una ironía basada en la inocencia, insisto, que te provoca una gran sonrisa, e incluso que te puede emocionar... Porque repito... ¿cómo no somos capaces de ver las cosas con esa clarividencia, por qué le damos vueltas y vueltas a asuntos, buscando una explicación profunda y compleja, cuando la respuesta está ahí, delante nuestra, esperando a que simplemente la veamos?



No somos capaces, no, y la razón es tan sencilla... José Saramago fue un genio, un hombre de los que sólo surge uno cada 100 años, por no decir más. Y ante semejante hecho la Naturaleza debería de haber aprendido ya... debería haber aprendido que la humanidad no puede permitirse estas pérdidas, debería haber aprendido que hombres así nunca deben morir.