domingo, 8 de mayo de 2011

El vacío



Hay un silencio que lastima los oídos... Sus pasos, sus suspiros, sus pequeños ronquidos, algún leve gruñido, sus besos a lametazos, su agüita al beber... leves sonidos que durante 14 años me han acompañado, 17 años contando con la mami Lucy. Sonidos muy leves del día a día, imperceptibles entonces, y que ahora me parecen necesarios para respirar en esta eterna mañana de mayo.


Silencio y vacío. Una paradoja en realidad, una casa con cuatro personas en ella que se mueven, que rondan para arriba, para abajo, que hablamos, que gritamos, lloramos, reimos... dos de ellas mis niñas preciosas, que se están portando como dos campeonas... Pero hay un vacío tremendo, porque él no está, y él estaba siempre.


Vuelvo de la calle y él no está para saludarme. Me levanto por la mañana y él no está junto a mi cama. Abro la puerta para salir y no acude con su trotecillo contento. Miro hacia mis pies y él no está... Hay un vacío, un vacío que me acompaña por donde voy. Y el silencio... ¡qué silencio!



sábado, 7 de mayo de 2011

Cuándo...





Hoy Cásper no se quería levantar, lo ha hecho a regañadientes y en vez de bajar conmigo se quería volver a echar en la alfombra de Marta. Aunque ha movido tímidamente el rabo al ver su correa, en la calle no quería andar, y ahora está aquí a mis pies, echadito en la alfombra.



Es un manojito de huesos y pelo temblando sin parar, y sus ojos empiezan a preguntar.... Por qué... Por qué no quiero pasear, por qué ni bebo agua, por qué no acudo a los brazos de mi ama y lo único que quiero es echarme, por qué al acostarme me clavo mis propios huesos... por qué me cogen, me besan y me abrazan muy apretadito en estos días... por qué... por qué...



Empiezo a ver algo en sus ojos, ese algo que llevo días esperando a que apareciera, no estoy segura aún. Creo que en cualquiero momento se va a levantar y me va a seguir por la casa, como este tiempo atrás, cuando ya desahuciado nadie daba un duro por él... pero me seguía, y comía alguna cosita sabrosa, y quería salir a la calle.



Y ya parece que no quiere nada de eso. Hasta mis brazos ha rechazado, ha mirado la alfombra, me ha mirado a mí y ha ido a acostarse.



He llamado a la clínica veterianaria... están allí... que vaya cuando quiera... Pero ¿quiero?



Y el me mira temblando... hecho un ovillo... ¿él quiere?



Casper, perrito bueno, te quiero con locura...