sábado, 15 de noviembre de 2008

Un vacío en mi corazón

Hoy estoy triste...

En realidad llevo varios días mal. Varias circunstancias a mi alrededor (nuevos procesos de compañeras, problemas de otras en sus caminos hacia sus hijos) me han hecho recaer en la tristeza que ya creía adormilada.

Hace ya tres años empezó a cuajar en mí el deseo de un nuevo hijo, algo indescriptible, pero tan real como el hambre o la sed. A mi marido parece que le pasaba algo similar, y tras mucho meditarlo, unos meses después, iniciamos nuestra terdera adopción.

Han pasado tres años desde entonces, y muchas cosas han cambiado. China parece algo inalcanzable, mi sueño del pasaje verde no ha sido compartido, y la que iba a ser nuestra pequeña Lucía ha dejado de existir, ha dejado de nombrarse en casa, desapareció.... Pero de mi corazón no, nunca. Siempre llevaré a mi pequeño sueño dentro de mí, había un trocito de mi corazón reservado para ella y se me ha quedado vacío, y sólo lo puedo llenar con el recuerdo de ese sueño.

Lo he pasado muy mal, sin apenas compartirlo, he llorado a escondidas, no he encontrado oídos que me quisieran escuchar. Pero las heridas cicatrizan, las manos se encallecen, la piel se impermeabiliza, y una empieza a vivir mirando las cosas desde fuera. Tengo dos hijas que son mis amores, mis tesoros, mi vida entera, ellas dan sentido a mi existencia, lo son todo.

Pero.... ay, mi pequeña Lucía, te sentí tanto, noté como tirabas de tu hilo rojo, con tus tirones me hiciste mirar de nuevo hacia China. Y ahora he tenido que soltar el extremo de tu hilo, no me dejan seguir agarrada a él. La leyenda del hilo rojo ha dejado de tener sentido para mí.

Te siento como una madre que ha perdido a un hijo que empezaba a existir, eras ya mi embrioncito... y volaste. Ojalá ya haya otros padres ilusionados tirando fuerte de ese hilo que yo no pude sujetar.

Nunca podré olvidarte. Exististe en mí, mi cielo.

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