jueves, 22 de enero de 2009

Y el encuentro



Y llegó el momento de encontrarme con mi niña, con mi María del alma. Y el mundo desapareció, sólo quedamos ella y yo.

Recuerdo aquellos momentos como si las dos estuviéramos metidas en una gran burbuja de cristal, podía ver lo que pasaba a mi alrededor, pero algo intangible me separaba del mundo. Creo que nunca he sentido un instinto animal como lo sentí entonces. Podía entender como se siente una gata cuando alguien intenta tocar a sus cachorros. Fue algo muy visceral......

Mi marido grababa con un temblor imposible de controlar de tanta emoción, le pasó la cámara a nuestro guía y llegó el momento de coger a María. Le entregué a la niña, claro, pero no veía el momento de volverla a coger, y mientras él la abrazaba y lloraba de puro sentimiento yo no podía dejar de tocarla, mi mano siempre en contacto con ella... nuestro cordón umbilical... en vez de cortarlo a nosotros nos unió para siempre.

Recuerdo el olor de su pelo, de su poquito pelo.... olía a limpio, sin perfumes.... a limpio... tuve su cabecita pegada a mi cara no sé el tiempo, y su olor me impregnó el alma. Y hoy sigue oliendo igual su pelo. Cuando por la noche voy a besarla me quedo oliéndolo, y es como si algo me reconfortara por dentro, como si algo muy agradable volviera a mí a cada noche, supongo que vuelve el recuerdo de ese hermoso encuentro.



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